Corría el revolucionario año de 1792 en Francia y, de paso, en casi toda Europa, temblaban los cimientos del Antiguo Régimen cuando los Collet se instalaron en esa «isla blanca» de la Borgoña que es Chablis. Desde entonces, esta familia ha permanecido ligada económica y sentimentalmente a este territorio borgoñón donde, como es sabido, la uva Chardonnay sirve de vehículo a blancos extraordinarios.Ver más
La familia Collet ha contribuido y contribuye a este nivel cualitativo particularmente in crecendo en las dos últimas décadas. Mucho antes, el fundador del Domaine en 1952, Jean, fue pionero en el proceso de embotellado de los Chablis, así como en la exportación de estas botellas a mercados a los que los blancos de esta región habían llegado con cuentagotas, caso de los países del norte de Europa y, décadas más tarde, de USA y Japón.
Pero, logros comerciales aparte, en Chablis, como en toda la Borgoña, el meollo está en el viñedo, y es aquí donde los Collet han ido acumulando un pequeño gran tesoro. Dos Grand Cru (Valmur y Les Clos), siete Premier Cru (con Vaillons y Montée de Tonnerre a la cabeza, además de Mont de Milieu, Sécher, Montmains, Butteaux y Les Fôrets) y distintas versiones de Chablis village con y sin viñedo expreso (hablamos de cinco vinos más, incluido el Petit Chablis y el Chablis Viñas Viejas) componen lo que podría considerarse un mapa resumido de lo mejor del viñedo de Chablis.
Por supuesto, y ésta es la razón por la que Domaine Collet ha entrado en nuestro catálogo por la puerta grande, cada uno de estos sitios está perfectamente delimitado en su carácter. Lejos de otros elaboradores borgoñones que nos gustan mucho, la familia Collet no aplica la misma fórmula de elaboración y crianza al conjunto de sus crus sino que adapta tamaños, recipientes y tiempos según las características y esencia de cada uno de los viñedos. Por eso, además de por diferencias edafológicas contrastadas, es apreciable la distancia entre Valmur y Les Clos, o entre Fôrets y Sécher. Nuestros preferidos son Valmur y Vaillons, sin olvidarnos de los genéricos.
Y algo más para aviso de caminantes. Los Collet hacen un Irancy, al suroeste de Chablis, que es de lo mejor que hemos probado en tintos del Auxerrois. Y un espumoso (Crémant de Bourgogne) hecho con la exigencia radical con la que elaboran los Grand Cru.