Suele decirse que la experiencia es un grado, y en el caso de la bodega que nos ocupa, no es una excepción. En el año 2012, cuando arranca el proyecto de Soto Manrique, Chuchi Soto y su familia llevaban tiempo dedicándose a la aventura del vino, fundamentalmente como tenderos. Ver más
Ya por entonces, la idea de producir uvas para elaborar y vender sus propios vinos comenzó a fraguarse. La oportunidad de manejar viñedo en Gredos, en un momento en que estos vinos ganaban consideración mediática, no se dejó pasar. Más de una década después, la solidez de Soto Manrique sorprende con una gama de referencias a cual más atractiva.
La base de los vinos de la casa acabaría consistiendo en viñedos propios comprados en 2016. Como localidad elegida para ello, Cebreros, uno de los territorios del que ya habían salido vinos importantes. Garnachas viejas en tintas, y Albillos en blancas (en la versión Albillo Real), hoy tan conocidas y celebradas, se someten a la mínima intervención, aunque sin radicalismos innecesarios, para que la verdad del terruño florezca. Lo admirable de la Garnacha, como bien sabemos, es su capacidad para dar vinos tan diferentes a partir de diferencias de suelo, exposición o edad del viñedo.
La oferta de Soto Manrique incluye delicias para todos los días, y para todos los públicos, como La Viña de Ayer (¡un tinto por debajo de los diez euros!) y otros ambiciosos y con gran recorrido en botella como Alto de la Estrella. Entre uno y otro, no falta casi de nada, como el tinto Las Violetas (porque algo huele a violetas: ojo a su excepcional relación calidad/precio), los blancos de Albillo La Viña de Ayer y La Orquesta, un dulce tan original como Pan Caliente o el imbatible Naranjas Azules, rosado de Garnacha de capa ligera, fragante, más largo de lo que parece y perfecto (damos fe de ello) para un arroz de pescado hecho con fino caldo marinero.